Carta a mi padre que me abandonó

Conozca aquí la carta de una hija a su padre ausente, y que ha conmovido a las redes en todo el mundo

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Mary fue una niña que, como muchos otros, no conoció a su padre. Lamentablemente, el abandono infantil es una realidad patente. Aun cuando Mary contaba con su madre, es impactante el hecho de saber que su padre la ha abandonado, y que no ha querido ni siquiera verle la cara y mucho menos responsabilizarse por ella.

Un día que su madre limpiaba la casa, encontró accidentalmente una carta que hacía mucho tiempo había escrito Mary, como una catarsis para liberarse de todas las inquietudes relativas a la ausencia de su padre. Conozcamos la carta:

Papá: 

No sabes lo mucho he preguntado por ti, sobre todo ahora que estoy en pleno desarrollo y que veo que mis compañeros tienen mamá y papá y yo, mientras que yo solo tengo a mamá. Me pregunto noche a noche la razón de tu abandono y desamor, de tu falta de coraje y así como de tu falta de valentía de hacerte responsable de mí… ¿Por qué huíste y me dejaste cargando con aquella frase que debo repetir a cada rato: ¨no tengo papá¨? 

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Ni te imaginas cómo se siente, o cuántas veces te he necesitado y al mismo tiempo te he odiado, pero he aprendido que con eso no gano nada, por eso te escribo esta carta.

Papá, realmente sé muy poco de ti. No he querido molestar a mamá con preguntas inútiles, porque después de todo nada cambia el hecho de saber mucho, poco o nada de ti. Además, eso sería disminuir la importancia de mamá para dártela a ti y, sinceramente, es ella quien la merece. Ha sabido ser padre y madre a la vez. Te sorprendería lo grandiosa que es, aunque quizá lo sabes muy bien.

Quizá pienses que quiero hacerte algún reclamo, o decirte que te odio y que eres el peor padre, pero no es así. Ni siquiera mencionaré que deberías estar avergonzado por tus actos. Por el contrario. Quiero hacerte saber que te perdono, de corazón.

Perdono tu ausencia que me hizo una persona más fuerte, independiente, perseverante y por supuesto, valiente. Te perdono porque, honestamente, puedo decirte que, aunque creí necesitarte, no fue así.

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Además de mamá, alguien supo llenar tu lugar: el abuelo. Él estuvo presente en cada celebración y siempre con orgullo dije que él era mi segunda mejor opción, la mejor que Dios me pudo. Y como él ya era padre, no le fue difícil educarme, y lo ha hecho bien.

¡Sabes! Es un gran hombre, de gran corazón, y tan grande así que jamás me habló mal de ti, aunque tampoco bien, porque tú no quisiste ser parte de nuestras vidas. Así, ¿qué caso tendría hablar de alguien que eligió estar ausente? ¡Pues ninguno!

Él me enseñó a ser agradecida, noble, a compartir lo que tengo con los demás. Me enseñó a luchar por mis ideales, a no rendirme, a levantarme después de cada caída y a sonreír siempre. Me enseñó a ser fuerte, a no sufrir por insignificancias y a valorarme, a no sentirme ni menos ni más. Me enseñó simplemente a ser yo.

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Papá, tal vez no merezcas que te llame de ese modo, pero será la vida quien lo determine. ¡Te perdono! Al haberme empujado lejos de ti me hiciste encontrar nuevos caminos. Personas maravillosas que me hacen sentir amada y que han hecho que no te extrañe ni te necesite, como la abuela, quien me ha enseñado el valor del respeto y quien es digna de toda mi confianza. Ella me enseñó la lealtad hacia mí misma y hacia la gente que quiero. Me enseñó a ser fiel, sobre todo en cuanto a mis sentimientos. Me enseñó a hablar con la verdad y de manera directa, pues la mentira es lo peor que pueda existir. Por ella aprendí lo que significaba un castigo, y se lo agradezco pues soy una mujer persona, una que no hiere a los demás y que se preocupa por el bienestar de otros.

Te perdono por todo, porque gracias a ello yo soy quien soy: una persona grandiosa que se esfuerza por ser mejor. He alcanzado muchos logros y eso me ha permitido saber que no me has hecho tanta falta. Gracias a ti, de cualquier manera, comprendo cuál es el tipo de hombre que quiero, no solamente para mi sino como padre de mis hijos, que no te llamarán ¨abuelo¨.

Te perdono papá, porque aquel dolor en algún momento terminó haciendo de mi alguien invencible, porque gracias a ti es que he aprendido a perdonar, ¡he aprendido a perdonarte!

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No arruinaste mi vida con tu partida. Mi vida continuó, aparecieron personas maravillosas que me enseñaron lo hermoso de vivir. No puedo decir que mi vida haya sido mala solo por no estar tú en ella. Por el contrario, he sido feliz. Puedes estar tranquilo. Continúa con tu vida en paz y no te atormentes por mí, porque yo te he perdonado.

Realmente espero que tu vida haya dado un vuelvo y que seas tan feliz, pleno y dichoso como lo soy yo. Te perdono por ser el hombre que me engendró, pero ni me crió y ni me quiso.

Atentamente: tu hija.

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¡Comparta esta historia! Más de una persona necesita hacer este acto de perdón.

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