Diferencias entre lunares malignos y benignos

Aprenda a reconocer la diferencia entre los lunares benignos y malignos, y separa cómo prevenir problemas de piel

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Los lunares en la piel son muy comunes. Por lo mismo, muchas personas no atienden a sus características, pues incluso algunas veces pueden desaparecer por sí solos. Ellos se forman a partir de células que pigmentan nuestra piel conocidas con el nombre de melanocitos. Médicamente, los lunares son considerados tumores. Sin embargo, existen lunares benignos y malignos, y éstos últimos se llaman “melanoma”.

Los lunares pueden ser marcas de nacimiento, como también pueden formarse a lo largo de nuestra vida. No obstante, la presencia de cambios en los lunares, como apariciones de lunares, modificación de tamaño, color o forma, lo que debe llamar nuestra atención.

Las razones más comunes de que los lunares malignos son la exposición indiscriminada a la luz solar, el uso de cámaras de bronceado artificial y los cambios hormonales. Estos factores aumentan la producción de melanocitos, y estos se comienzan a agrupar irregularmente hasta producir a lesiones muy graves que pueden derivar en cáncer de piel.

Por ello, es importante tener un diagnóstico temprano respecto de nuestros lunares, pues prevención en salud.

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A continuación, compartiremos con ustedes algunos datos para aprender a reconocer los lunares benignos de los melanomas.

Diferencias entre lunares benignos y malignos

Lunares benignos

Tienen un diámetro no mayor de 6 mm de diámetro. Su color es uniforme y no presenta cambios a lo largo del tiempo. Asimismo, su forma es oval o circular con límites bien definidos. Además, todos los lunares benignos son iguales entre sí. Es importante que el lector sepa que con el paso del tiempo, algunos lunares benignos pueden tener vellos y engrosarse, es decir, formar una protuberancia. Eso no los hace malignos, pero es importante estar atentos y consultar el médico si tiene alguna duda.

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Lunares malignos

Son aquellos que cambian sus características en el tiempo. Un elemento importante es que tienen formas irregulares, no uniformes, y colores diversos en el núcleo. Esto implica que los lunares malignos son todos diferentes entre sí. Su tamaño crece hasta superar los 6 mm propios de un tumor benigno, y pueden causar escozor, dolor y sangrado. Es decir, es necesario atender a la forma, el diámetro, el color y los bordes.

Cómo tratar los lunares malignos

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En casos leves, los lunares malignos se pueden retirar con cirugía para extirparlo desde la raíz. Esto evitaría la proliferación de los elementos cancerosos presentes.

Sin embargo, en los casos graves las alternativas pueden implicar: quimioterapia, radioterapia, bioterapia o inmunoterapia.

Si usted nota alguna irregularidad en sus lunares, no dude en consultar al médico. Insistimos: ¡prevención es salud!

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A continuación, compartimos un informe que podrá terminar de resolver sus dudas:

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