Thomas Secret toda la vida se sintió muy poderoso, siempre fue muy guapo, dueño de una gran fortuna,carismático y tuvo una suerte increíble con las mujeres. No se conformaba con tener una ni dos ni tres si no cuatro mujeres. Tenía su esposa formal, su amante de toda la vida, su amante de hace un par de años y la novia de turno.
A todas siempre les daba lo mejor, las tenía como a unas princesas. Les daba la mejor vestimenta, joyas, automóvil y el dinero que necesitaban, no les faltaba nada.
Thomas siempre les decía a todas que las amaba con todo su corazón, que eran lo más importante en su vida, eso sí, ninguna se podía enterar de la existencia de la otra, pero él lo manejaba muy bien, su astucia y planificación lo hacían merecedor de un premio al infiel.
De todas el amaba más a su amante de toda la vida, le daba siempre más que a sus otras mujeres, más atención y más dinero. Se desvivía por ella.
A su novia de turno también la amaba pero no a tanto como a su amante de siempre, ella era la compañera perfecta para salir de fiesta y exhibir públicamente. Siempre tuvo mucho miedo de que se consiguiera a otro.
A su novia de hace un par de años también la amaba, era ella su confidente, su fortaleza. Quién siempre lo comprendió y respetó.
El problema ocurría cuando se refería a su esposa, él ya no la amaba para nada. Ella sí que lo amaba a él, era su leal compañera, a pesar de todo el sufrimiento e infidelidad de él.
Con el pasar del tiempo ocurrió algo muy malo, Thomas enfermó de gravedad, tenía una enfermedad terminal muy importante.
Días antes de su muerte pensó: “hoy tengo 4 mujeres conmigo,pero cuando muera estaré sólo, debo hacer algo”.
Luego de esa reflexión se dispuso a preguntarles a todas, una a una si estarían con él.
Buscó a su amante de toda la vida, le preguntó si estaría dispuesta a acompañarlo más allá de la eternidad. Él siempre fue espléndido con ella y la amó más que a todas las demás.
Ella respondió: “Ni loca, mi amor no llega a tanto”
Thomas quedó totalmente devastado con su respuesta, pero estaba tranquilo, ya que estaba seguro de que alguna de sus tres mujeres lo acompañaría.
Decidió preguntarle a su novia de turno si estaría dispuesta a acompañarlo más allá de la vida. Pero ella respondió que tenía todavía toda la vida por delante, era muy joven y al él morir ella fácilmente podría volver a casarse.
Con su corazón lleno de tristeza y decepción decidió preguntarle a su novia de hace un par de años, quién siempre había estado para él. Pero ella también le respondió de forma negativa, sólo prometió poder darle un digno entierro.
En este punto pensó que estaría solo y sin nadie, pero escuchó desde el fondo de la habitación una voz que decía: “Mi amor, yo voy contigo a donde vayas, siempre te voy a acompañar”. Era su esposa, aquella desgastada y maltratada por los años. Él se emocionó muchísimo al escucharla y se sintió muy mal, pues siempre se portó muy mal con ella, le pidió perdón por no ofrecerle lo mejor ni entenderla en el pasado.
Todos tenemos 4 mujeres en la vida.
La cuarta es nuestro templo, nuestro cuerpo. Aunque invertamos en él para hacerlo ver hermoso, fuerte y saludable, cuando llegue nuestro día, tenemos que dejarlo atrás, no podrá acompañarnos. Se quedará en una urna.
La tercera mujer es nuestra posición económica y nuestro capital. Cuando morimos dejamos una herencia, alguien más manejará nuestra fortuna y no podrá acompañarnos.
La segunda mujer a pesar de habernos sido fiel tampoco podrá acompañarnos más allá. Esa mujer es nuestra familia y amistades.
La única mujer de nuestra vida que podrá acompañarnos siempre es el alma. No sirve de nada que gastemos tiempo y dinero invirtiendo en lujos, poder y fortuna, sólo nuestra alma será la que nos acompañe por el resto de la eternidad.
Cuidemos nuestro espíritu, crezcamos como personas, seamos bueno, siempre buenos ¡Es lo mejor que podemos hacer!
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