Incapaz de moverse sin un andador, una abuelita inglesa ha perdido 113 kilos, se ha quitado casi 13 kilos de piel flácida y ahora es culturista profesional.
Hace años, la talla de Dee Hodgson solía dejarla en constante agonía, y los médicos sospecharon que padecía fibromialgia, una enfermedad de larga duración que provoca dolor en todo el cuerpo.
La madre de cuatro hijos y abuela de ocho dice que su peso se descontroló tras años de comer chocolates y dulces para aliviarse emocionalmente.
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Sabiendo que su dieta azucarada no le ayudaba con su enfermedad, se embarcó en una pauta de alimentación ancestral consistente en consumir únicamente alimentos en su estado natural, como verduras frescas, huevos enteros o carne.
Como suele ocurrir con los obesos mórbidos, Dee perdió 84 kilos sin pisar un gimnasio.
Los kilos siguieron cayendo y, tras pasar de los 100, Granny Dee se apuntó a un gimnasio local y descubrió una pasión oculta por levantar pesas.
“Al principio, no hacía dieta para perder peso, sólo quería sentirme mejor y aliviar los síntomas de mis problemas de salud”, afirma Hodgson. “Pero los kilos bajaron rápidamente y eso me dio motivación para seguir”.
“Empecé a ir al gimnasio y me enamoré de hacer ejercicio. Luego me inicié en el culturismo y me encantó. Ahora he perdido 113 kilos y me siento una mujer completamente diferente”.
Empezó por su cuenta, pero fue cuando añadió un entrenador personal cuando descubrió que el subidón de levantar pesas era algo de lo que no se saciaba. En noviembre participó en una competición de culturismo en High Mycombe (Inglaterra).
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“Estoy en clase de transformación, así que todo gira en torno al viaje”, explicó. “Me enseñarán una foto del ‘antes’ antes de salir al escenario. Se trata de mostrar cómo has construido tu cuerpo”.
“Está tan lejos de mi zona de confort, que estaré en un bikini diminuto con todas mis cicatrices y piel flácida a la vista, pero espero que sirva de inspiración a otras personas”.
Hodgson utilizaba 20 tipos distintos de medicación para su salud física y mental durante sus difíciles días. Su dieta consistía en alimentos procesados y llevaba años sin hacer ejercicio, de modo que a los 53 años apenas podía moverse sin ayuda de un andador.
“Mi vida era muy limitada y dependía mucho de la gente, lo cual era difícil porque yo soy muy independiente. Fue vergonzoso para mí”, dijo.
“Mi nueva dieta era muy básica y eso facilitaba su mantenimiento. No tenía que pensar porque había limitado mis opciones. Cuantas más opciones tenga, más resbalones tendrá. Ahora sigo con la planificación de las comidas y congelaré lotes de comida para que me resulte más fácil”.
“La gente notaba la diferencia y yo me sentía más móvil y saludable, y me di cuenta de que una vida diferente era realmente posible”.
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Empezó con la bicicleta estática y pasó a las pesas tras darse cuenta de que, a pesar de lo que piensan la mayoría de los principiantes, nadie la juzgaba.
Esta abuelita está siendo entrenada ahora por Lisa Morrison, una atleta profesional de UKUP/WUP, y ha establecido récords personales de 80 kilos (176 libras) en levantamiento en suelo y 46 kilos (101 libras) en banco. Ahora admite que está “obsesionada”.
“Mi hijo Will, de 33 años, me dijo que temía tener que decirles pronto a sus hijos que yo había muerto; así de grave se puso mi salud”, recordó.
“Recuerdo que al año de empezar, estaba jugando a la pelota con mi nieta mayor y ella se dio la vuelta y me dijo: ‘Abuela, no sabía que podías correr'”.
“Y son momentos como ése los que hacen que todo merezca la pena”.
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