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Síndrome del niño rico: ¿has oído hablar de esta “falla” en la educación de los hijos?

En la sociedad actual, este problema no tiene que ver, exclusivamente, con la clase social de la familia

Crédito de la imagen: Dicasonline

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El nombre “Síndrome del niño rico” viene, justamente, del comportamiento clásico que exhiben muchos pequeños de clase alta, como falta de empatía e irresponsabilidad, por ser muy mimados, tener todo lo que piden y nunca escuchar un “no”.

Pero, claro está que, no todos los padres ricos crían hijos malcriados o mimados. Por el contrario, muchos padres de clase media y baja hacen todo lo posible para asegurarse de que sus hijos tengan de lo bueno lo mejor, pero sin enseñarles el valor de las cosas.

Entonces, el problema de este síndrome no está relacionado con la clase social de la familia. El síndrome del niño rico se desarrolla cuando hay un exceso de protección, un exceso de regalos para substituir la presencia de los padres, un exceso de libertad y el no desarrollo de la empatía en el niño.

Señales del síndrome del niño rico

Los “síntomas” de este síndrome aparecen en varios aspectos de la conducta, reflejando lo que está faltando o sobrando en la educación del niño.

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Ansiedad

La vida de un niño que no recibe la debida atención, no es escuchado y no tiene límites es desequilibrada. Cuando el pequeño puede hacer y tener todo lo que quiere, excepto la presencia de las personas más importantes para él, el sentimiento es de impotencia y soledad. La ansiedad puede manifestarse, principalmente, en la caída del rendimiento escolar y en la dificultad para relacionarse con las demás personas.

Falta de paciencia

Cuando un niño no tiene límites, se convierte en una persona que quiere todo para ya. Este quiere todo ahora, en el momento, y si no gana, se irrita, hace un berrinche y trata a los demás con falta de respeto, sin importar quiénes sean.

Baja autoestima

Los padres que llenan de regalos a sus hijos y dicen que sí a todo lo que quieren, piensan que están criando hijos felices, con alta autoestima, pero es todo lo contrario. El niño necesita amor, atención y motivación, de forma equilibrada, para aprender a amarse y valorarse a sí mismo. Los objetos no reemplazan la presencia de los padres.

Tedio constante

Cuando lo tienes todo, la vida se vuelve aburrida o tediosa. Sin desafíos, sin deseos, ¿de qué sirve despertarse todos los días y aprender cosas nuevas? Los niños necesitan un estímulo constante, resolver problemas y descubrir el placer de conseguir lo que quieren con su propio esfuerzo, incluso cuando los padres tienen el dinero para comprarles aquello que desean.

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Falta de empatía

Cuando los padres no están presentes en la vida de su hijo, este ve el mundo solo desde su propia perspectiva. Luego, ¿quién le va a enseñar sobre las diferencias entre las personas, respetar a los demás, notar cuando alguien no está bien? Si a nadie le importan sus sentimientos, ¿qué ejemplo dará para sentir empatía por los demás?

Irresponsabilidad

Cuando a los pequeños se les enseña a asumir la responsabilidad de lo que hacen, a estos les gusta demostrar lo responsables que son. Mas, si no existe tal estímulo, si el niño está exento de culpa por los errores que comete y nunca recibe tareas con un plazo para cumplir, se convertirá en una persona irresponsable. En su opinión, la culpa será del padre, la madre, el amiguito, incluso el perro por lo que hizo mal o por tareas que no cumplió o completó.

¿Cómo evitar o corregir este síndrome?

La presencia y plena atención de los padres o tutores es el punto clave. Por supuesto, esta presencia debe ser de calidad, usando el tiempo que pasan juntos para inculcarle al niño valores importantes y hacer que se sienta amado, aceptado y respetado.

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Por más que los padres quieran darle a sus hijos lo que ellos no tuvieron, o simplemente quieran regalarles cosas porque pueden, necesitan hacerlo con equilibrio y dejando siempre claro que todo en la vida se logra con esfuerzo y gratitud.

Regalos, caprichos, comida, viajes, dinero, decir que sí a todo: nada de esto tiene valor si el niño se siente abandonado, solo, si no tiene a alguien de confianza con quien compartir sus sentimientos y pensamientos.

Los padres deben ser los tutores del niño, guiándolo por el camino de la independencia, mostrando qué herramientas puede usar, qué opciones le da la vida, pero nunca haciendo las cosas en lugar de ellos.

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También es crucial demostrarle que, en el mundo, todas las personas son diferentes, ya sea en apariencia o estilo de vida, pero que esa es la parte más bonita de cada uno, y que el respeto es esencial para tener amigos y ser feliz.

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