Solo quienes están en primera línea de la pandemia de coronavirus saben lo que es tener que decidir sobre la vida de los pacientes. Debido al gran número de pacientes infectados que supera el número de camas disponibles, los médicos deben dar preferencia a los pacientes que están más graves, muy a menudo. Esta es una decisión muy difícil, pero que debe tomarse en una situación como la que se está viviendo en el mundo entero.
A pesar de ello, muchas personas prefieren ignorar la importancia de los profesionales de la salud y culparlos por no salvar la vida de todos. El médico Daniel Gatica, que trabaja en la ciudad de Orán, Salta, en el interior de Argentina, fue uno de los profesionales que sufrió la ira de personas sacudidas por la pérdida de un familiar.
Después de ser apedreado por la familia de un paciente que no resistió a la enfermedad, el médico decidió abandonar la primera línea de la pandemia, ya que llegó a su límite. Este explicó su decisión en una carta que publicó en Facebook:
“Hoy digo basta, hoy siento que fracasé. 12 días de puro estrés, solo dando malas noticias. Estoy cansado de tener tres muertes en una tarde o cinco en una noche y saber que nunca hay una cama en la UCI. ¿Cuántas veces he dormido de pie todavía usando el PPE (equipo de protección personal) después de ver a 32, 40 o 64 pacientes? ¿Todo para qué? Recibir esto… un ataque físico. No aguanto más”.
En el hospital donde trabajaba el médico, ya no había suficiente oxígeno para todos los pacientes. Él estaba cansado de tener que elegir a quién darle una cama o un tubo de oxígeno semi-vacío.
Después de la publicación, que se viralizó, Daniel concedió una entrevista al periódico Perfil y reforzó su mensaje. “Fue uno de los momentos más tristes de mi carrera”.
El médico trabajó durante 3 años en el Hospital San Vicente, el cual atiende a los 85.000 habitantes de Orán y a muchas otras personas que viven en las ciudades vecinas. Con la llegada de la pandemia, las camas, la medicación y el oxígeno empezaron a agotarse, aumentando la tasa de mortalidad al 10% de los pacientes infectados.
Daniel también contó en la entrevista cómo fue el ataque que sufrió: “Dos individuos empezaron a tirar piedras donde yo estaba. Uno pasó a unos centímetros de mi cara y rompió un vidrio. Otro cayó sobre mi pie. Simplemente, no pasó algo peor gracias a los familiares de los otros pacientes que me protegieron y contuvieron a los dos impresentables”.
Desde el punto de vista del médico, la sociedad actúa con hipocresía cuando siente que ha cometido bastantes errores y ahora no hay nada más que hacer. “Cuando había que cuidarse, todo era divertido y hoy lloran por los muertos y exigen atención. Esta pandemia despertó lo peor de todos”.
A pesar de la falta de cuidado para protegerse y la sublevación hipócrita de la población, el médico también sabe que las autoridades sanitarias tienen la culpa:
“¿Saben que somos 21 médicos de los cuales 4 son residentes y que hoy hay 7 trabajando porque el resto se enfermó? Hoy me sentí abandonado por el sistema y, principalmente, por el hospital. ¿Dónde están las inversiones en salud, los aplausos y los héroes? ¿Por qué mis compañeros, amigos y colegas no cobran desde junio?”
La carta de Daniel tuvo resultado por causa de la gran repercusión que alcanzó. Las autoridades argentinas enviaron refuerzos al hospital, provocando que la tasa de ocupación bajase del 100% al 65%, lo que aumenta las posibilidades de salvar vidas.
“Abrieron cerca de 40 camas de oxígeno, lo que alivió enormemente la situación. Es un colegio que está frente al hospital, que era parte del plan de contingencia, pero faltaban recursos. Ahora, de la noche a la mañana, llegó el oxígeno, se crearon las camas y apareció todo lo que tenía que aparecer”, dijo el médico.
Fuente: Perfil
