En realidad, la hiperpaternidad podría llamarse así porque se refiere a los padres, no solo al padre como una figura masculina. Este término se usa para hablar de padres sobreprotectores y muy exigentes con sus hijos, con la buena intención de verlos triunfar y ser siempre los mejores en todo.
Puede parecer que es algo bueno, pero es un método educativo desequilibrado que priva a los niños de su libertad, de tomar decisiones, de cometer errores y de aprender de los errores, de desarrollar su autonomía, su independencia y su autoestima.
Características de la hiperpaternidad
- Están en todo momento vigilando lo que hacen sus hijos;
- Van siempre por delante para quitar cualquier obstáculo del camino de los niños;
- Colocan a sus hijos en varias clases extraescolares;
- Se pelean con quienes señalan fallas en sus hijos, incluidos los maestros;
- Persiguen a los niños pequeños para que coman, se pongan el abrigo, no se caigan, beban agua;
- En las reuniones sociales, sirven a sus hijos antes que a los demás para que se queden con la mejor comida;
- Impiden que los niños corran riesgos simples como trepar a los árboles, patinar o cualquier otra cosa que pueda causar lesiones leves;
- Trazan el futuro del niño, sin preguntarle su verdadera voluntad;
- Responden por el niño cuando alguien le habla;
A hiperpaternidad es tóxica para todos
La intención de los padres hiperpaternos puede incluso ser buena. Al fin y al cabo, parecen mucho mejor que las actitudes de los padres negligentes, que no prestan atención a sus hijos y trasladan esta responsabilidad al colegio, familiares o cualquier otra persona, dejando a los hijos solos.
Además de ello, también es un comportamiento que afecta negativamente en las relaciones sociales, ya que las personas que conviven con estos padres estrictos, con reglas y compromisos excesivos, no se sienten cómodas en su presencia.
¿Qué hacer para mejorar?
Si consigues ver que hay rasgos de hiperpaternidad en la forma en que está criando a tus hijos, esto es fantástico.
Este es el primer paso para entender que te gustaría hacer las cosas bien, pero que en realidad estás obstaculizando y retrasando el desarrollo de tu hijo.
Entonces, conoce aquí algunos hábitos que puedes empezar a adoptar para lograr un cambio, sin temor a que tu hijo tome un mal camino en la vida.
- Recuerda que tu hijo necesita padres tranquilos y felices;
- Reduce el número de actividades extracurriculares;
- Destina algunas horas del día solo para que tu hijo juegue, sin reglas;
- Deja que tu hijo escoja, la mayor parte del tiempo, qué ponerse, qué comer y con qué jugar;
- Pregunta la opinión de tu hijo sobre las cosas que involucran su participación;
- Espera que tu hijo sienta hambre, sed y quiera ir al baño. No le preguntes qué quiere;
- Aprende a confiar en tu hijo para que aprenda a confiar en sí mismo;
- Adviértele sobre el peligro, pero deja que tu hijo corra pequeños riesgos, como escalar un tobogán alto, trepar a un árbol, correr, caerse y levantarse sin sentirse culpable por haber “fallado”;
- Felicita a tu hijo por sus logros y dile que está bien cuando comete un error o pierde, porque siempre puede volver a intentarlo.

