Todo el mundo llora, aunque esté escondido o sólo de vez en cuando. El llanto es una de las expresiones más comunes del ser humano, y es a través de este que los niños reaccionan ante varios sentimientos. Entonces, al evitar que tu hijo llore, le estás enseñando a bloquear lo que está sintiendo, sin dejar que aprenda a lidiar con ello de una forma saludable.
Qué decir en vez de “no llores”
Es natural que los padres quieran remediar el llanto de su hijo, porque cuando el llanto cesa, parece que el sentimiento negativo ha pasado.
Pero el hecho de que deje de llorar no es una señal de que el niño sabe cómo lidiar con sus sentimientos de una manera positiva o de que olvidará lo que lo entristeció, lo frustró, lo asustó o lo enfadó.
Entonces, lo que los padres deben hacer es comprender la necesidad de llorar sin crear un bloqueo inmediato para el pequeño. En seguida, deben encontrar las palabras adecuadas para ayudar al niño a que se calmen y organice la mente para lidiar con los sentimientos que lo llevaron al llanto.
“¿Qué que es lo sientes?”
Muchas veces los padres no ven ni saben qué fue lo que hizo que su hijo llorase. Es más, a veces el motivo no es el dolor o algo que el niño trató de hacer y no pudo realizar. Entonces, lo esencial es dejar que el niño diga lo que siente y, por supuesto, los padres necesitan saber interpretar lo que dice.
Por ejemplo, cuando el llanto es por algo muy banal, como “porque el agua está muy mojada”, los padres necesitan interpretarlo como un signo de otro problema, como la necesidad de atención para jugar o hacer alguna actividad, o incluso dormir.
“Está bien, entiendo por lo que estás pasando”
El niño necesita sentirse acogido y comprendido, en primer lugar, especialmente cuando el motivo del llanto es el dolor o la frustración. Los más pequeños tienen dificultades para lidiar con las frustraciones y lloran para expresar este sentimiento.
A partir del momento en que el niño se da cuenta de que su sentimiento está siendo comprendido, podrá calmarse y explicar qué ocurrió o qué quiere que suceda. Los padres deben escuchar y tratar de encontrar una solución u ofrecerle el consuelo necesario.
“¿Quieres un abrazo?”
No siempre se necesitan palabras y largas conversaciones para evitar que un niño llore. Sobre todo porque, muchas veces, él ni siquiera sabe por qué está llorando. Si le ofreces tu abrazo protector y tranquilizador, será suficiente. El abrazo de un ser querido puede ayudar a lidiar con sentimientos difíciles tanto como las palabras de afecto.
“Dime qué pasó, te estoy oyendo”
Dar espacio para que el pequeño se exprese, a su ritmo, es muy importante para que pueda comprender sus propios sentimientos. Cuando tu hijo necesita pensar en cómo explicar qué lo hizo llorar, está razonando sobre la situación y así está construyendo la inteligencia emocional. No lo interrumpas mientras se está explicando. Si es preciso, ayúdalo a encontrar las palabras que necesita y a entender el significado de estas.
“Inspira, respirar, ven aquí con la mami/papi”
Agáchate hasta llegar a la altura del niño, acércalo a ti, anímalo a que respire hondo para calmarse. Es importante hacer esto cuando el llanto es intenso, ya que los más chicos no saben salir solos de esta atmósfera, de una manera calmada.
Mientras que haces estos procesos para calmar la tensión de tu hijo, que es gradual, el niño se calmará y se preparará para lidiar con la situación. Le resultará más fácil explicar qué pasó y escuchar lo que tienes que decir, ya sea una lección por hacer algo mal o una solución para ayudarlo.
