Dos perfectos extraños ayudan a un anciano, y descubren algo que les romperá el corazón

La bondad puede sorprendernos en cualquier parte… El destino también

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Estamos muy acostumbrados a un mundo en el que poca gente parece dar la mano al que tiene al lado. Por eso, cuando vemos que alguien supera las barreras y ayuda a sus semejantes, crea en nosotros tal impacto que deseamos poder registrar el momento para siempre, más aún cuando lo hecho genera una alegría profunda y valiosa en la vida del que recibe el gesto.

Lauren y John Hinkston, esposos, estaban viendo un juego en el estadio en el que jugaban los Cubs de Chicago, cuando de pronto aparecieron dos ancianos que se habían confundido y pensaban que sus asientos correspondían a la zona detrás del home. Desafortunadamente, sus asientos quedaban en medio de las gradas, una zona un poco incómoda para personas con dificultades de movilidad, pues tienen que atravesar mucha gente.

Fue entonces cuando este matrimonio notó la presencia de dos hombres que, al ver que el anciano tenía particular dificultad para pasar, decidieron ayudarlo a instalarse, de modo que no tuviera mayor tropiezo.

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En ese momento, el matrimonio notó, además que la mujer del anciano les había dicho algo al oído, y que lo dicho los había conmovido hasta las lágrimas. Por supuesto que la curiosidad se apoderó de ellos. La verdad es que Lauren había seguido con atención la conversación que alcanzó a escuchar, pues estaba preocupada por aquel par de viejitos.

Descubrió que estos hombres que los ayudaron eran hermanos, uno de los cuales vivía en la ciudad y otro estaba de visita. Lo que llamaba la atención de Lauren es que estos hermanos estuvieron atentos todo el juego a los ancianos.

La escena era realmente conmovedora. Por un lado, los ancianos estaban tomados de la mano siempre, y él tocaba la rodilla de su señora. Cuando las jugadas eran emocionantes, ella trataba de ayudarlo a ponerse de pie, y allí, una y otra vez, los hermanos volvían a ayudarle. Se encargaban de que él pudiera disfrutar de toda la emoción del juego como todos. Si había que levantarlo, lo levantaban, si había que ayudarlo a sentarse de nuevo, lo hacían.

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De pronto, en el tercer inning, la mujer susurró unas palabras movilizadoras al oído de los hermanos: “Él está enfrentando una quimioterapia en este momento”. Y añadió: “Hemos intentado todo, pero ya estos son los últimos pasos”. Justo en ese momento, el anciano interrumpió la conversación y gritó: “¡Me encanta esto!”

Fue entonces cuando ellos entendieron que estaban ayudando a un hombre a ser feliz los últimos días de su vida, y al mismo tiempo, ayudaban a su mujer a guardar un hermoso recuerdo en medio de tan dolorosa experiencia.

¿Por qué ayudar a un anciano? Pues mire aquí por qué:

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