Es posible que sientas que no te veas afectado por la dura educación que recibiste cuando eras niño. Mas, no hay forma de notar la diferencia, ya que estás acostumbrado a azotes, castigos, regañinas, a no ser escuchado y a tener miedo de los adultos. Para ti, así es como funciona.
Resulta que las marcas de una crianza severa permanecen, aunque bien camufladas, y se reflejan en sentimientos de culpa, dificultad para socializar, autoexigencia excesiva, miedo a fallar y decepcionar a los demás.
Los padres que crían a sus hijos con severidad pueden tener la intención de criar hijos bien educados y obedientes, pero eso no es todo lo que ocurre. Es más, la obediencia se debe al miedo, no al respeto que los padres conquistan de sus hijos. Entonces, aprenderán a ser obedientes de la manera incorrecta, convirtiéndose en personas sumisas o por el contrario, autoritarias.
La crianza severa perjudica la estructura cerebral, dice un estudio
Si los padres pudieran ver los cambios negativos que ocurren en el cerebro de sus hijos cuando actúan con dureza sobre ellos, seguramente reconsiderarían dicho comportamiento. En un estudio realizado por científicos de la Universidad de Montreal en Canadá, se encontró que los niños que reciben una educación severa presentan un mayor riesgo de desarrollar depresión y ansiedad desde la adolescencia.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron a 94 adolescentes que habían sido monitorizados entre las edades de 2 y 9 años, según el grado de exposición a un ambiente agresivo.
“Se pudieron observar volúmenes más pequeños de materia gris en la corteza prefrontal y las regiones de la amígdala en personas jóvenes con niveles altos o bajos de paternidad severa a lo largo del tiempo”, apunta el estudio.
No es un tema simple de comprender, así como la mayoría de la gente todavía no entiende que, en la depresión, realmente hay un cambio en la estructura cerebral, no es solo una emoción de tristeza motivada por la pereza o el desánimo.
Las actitudes constantes de violencia física y verbal promueven cambios cerebrales, principalmente en la región de la amígdala, la cual es la responsable de regular las emociones. Es como si los padres severos reconfiguraran a su hijo de manera negativa para tener dificultades a la hora de comprender y poder lidiar con sus propias emociones.
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