Desde que nace un bebé, su vida pasa por diferentes etapas y los padres deben aprender a lidiar con cada una. Comprender los cambios del niño es fundamental para saber guiarlo de la mejor manera, convirtiéndolo en una persona cada vez más independiente y emocionalmente inteligente. Una de las fases más complicadas de afrontar es la adolescencia del bebé, que recibe su nombre por algunas características similares a la adolescencia de los jóvenes.
¿Qué es la fase de la adolescencia del bebé?
La adolescencia del bebé ocurre entre los 18 meses y los 3 años de edad. Esta es una fase de grandes descubrimientos, con etapas de desarrollo que determinarán factores importantes sobre la personalidad del pequeño y la forma en que interpreta el mundo que le rodea.
En esta fase se producen intensos cambios fisiológicos, y el niño comienza a percibirse como un individuo separado de sus padres. También se da cuenta de que tiene deseos propios. Sin embargo, no comprende que debe seguir las reglas y que todos sus deseos no serán cumplidos. ¿Parece semejante a la adolescente juvenil?
Las señales que muestra el niño
En esta fase, el bebé suele negar mucho de lo que se le ofrece, puede llorar más de lo habitual y sin una razón real, toma sus primeras decisiones, que no siempre son buenas, y no puede lidiar con la frustración de algo que no salió bien. Entonces, actuará con ira, tristeza y terquedad.
Además de ello, debido a los cambios fisiológicos, puede haber cambios en la calidad del sueño, el apetito, la selectividad alimentaria, la agitación nocturna, la agresividad y una actitud de oposición cuando se le contradice.
Consejos para saber lidiar con la adolescencia del bebé
A diferencia de lo que como debería ser con los adolescentes, no es solo la conversación lo que resolverá los problemas que enfrenta el niño. Es necesario que tengas mucha paciencia, argumentos a su nivel de comprensión y actitudes de los padres que fomenten lo opuesto a la tozudez, las rabietas y el malhumor.
Luego, comprende que esta es una fase normal, inevitable y pasajera, y que los padres deben tener paciencia, ya que es durante esta fase que tienen la oportunidad de influir en la personalidad y el carácter de su hijo, a través del ejemplo y la resolución de problemas forma sencilla y eficaz.
Además de ello, ofrecer amor es esencial. Por ejemplo, cuando el niño tiene una crisis de llanto o berrinche, es inútil querer gritarle o dar un sermón. Este no está pronto para escuchar en ese momento. A menudo, basta con un abrazo reconfortante y unos besos.
Otra actitud importante de los padres es decirle a sus hijos que comprenden lo que siente. Muchos pequeños acaban convirtiéndose en adultos desilusionados con sus padres, sintiéndose desvalorizados y con baja autoestima, porque a nadie le importan sus sentimientos de la infancia.
Una vez que el niño esté más calmado, los padres deben hablar sobre el comportamiento que tuvieron, decir que estuvo mal y cómo deberían actuar la próxima vez. Todo eso, utilizando un lenguaje accesible, que el niño comprenda, sin extenderse demasiado tiempo.
Aún así, el comportamiento rebelde puede surgir varias veces más, hasta que termine la fase de la adolescente del bebé. A pesar de ello, cuando acabe, el niño habrá recibido toda la atención y los cuidados necesarios para subir un escalón más en su evolución, y solo así los padres verán que han hecho un buen trabajo.
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