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Le quedaban solo unos días de vida y su esposo decidió llevarle una gran sorpresa al hospital

La llegada de su perrita a su habitación la llenó de una inmensa alegría

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Mary y Arnold se amaron desde el día en el que se conocieron, pasaron los años, se casaron, formaron una familia y todavía se seguían amando. Lamentablemente, hace un par de años Mary fue diagnosticada con cáncer terminal, a pesar de recibir tratamiento, lamentablemente no logró superarlo, ya que se encontraba en una fase avanzada. Durante sus últimos días fue internada en el hospital, donde su esposo siempre la cuidó.

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Cuando Arnold supo que a su amada esposa solo le quedaban unos pocos días de vida y al verla tan adolorida, decidió llevarle una sorpresa al hospital. Pero no cualquier sorpresa, se trataba de llevarle a su perrita. No sería una tarea fácil, pues en el hospital está prohibido el ingreso de animales, pero el amor todo lo puede.

Finalmente se dispuso a buscar a la perrita y para disimular su llegada, la metió en una maleta antes de entrar al hospital, dejando un cierre abierto para que respirara. Al ingresar dijo en recepción que traía ropa y algunos artículos de higiene personal para su esposa, no tuvieron ningún problema y lo dejaron pasar.

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Subió corriendo por las escaleras para no despertar sospechas y al llegar a la habitación, donde se encontraba su esposa dormida, abrió la maleta. La perrita se montó de inmediato en la cama, pero sin hacer ruido y teniendo especial cuidado con los tubos e instrumentos médicos, allí se quedó dormida por más de 15 minutos. Cuando Mary despertó no paró de sonreír, parecía como si por un momento olvidara el dolor que tenía. Ver a su perrita la llenó de una felicidad indescriptible, ya que tenían una relación muy estrecha.

Pasaron los minutos y una enfermera entró a la habitación, la pareja se asustó, pero la enfermera en vez de llamarles la atención se conmovió muchísimo con la escena y les permitió pasar un poco más de tiempo junto a la perrita. Prometió no decir nada.

Mary le agradeció muchísimo a su esposo por la sorpresa, logró despedirse de su perrita y verla una última vez. A los pocos días murió, pero a Arnold le quedó la inmensa satisfacción de haberla hecho feliz hasta el final de sus días.

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Ya Mary descansa en paz, pero estamos seguros de que sonríe desde el cielo cada vez que baja la mirada.

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